Lenimar y Keskener
C
uenta una leyenda que hace mucho tiempo, en el principio del mundo un mago poderoso habitaba los cielos. Su nombre era Lenimar y vivía desde siempre con su hermano gemelo Keskener. Ambos eran efectivamente hermanos gemelos pero en realidad eran muy diferentes pues el primero era un ser de gran sabiduría y que buscaba siempre la verdad donde fuera que estuviera. Era también muy reservado incluso con su hermano y siempre intentaba actuar de la forma más responsable con sus poderes. Su hermano en cambio era todo un soñador. Era alocado y extrovertido y poco le importaba saber los grandes secretos del universo, tan solo sabía del universo que estaba ahí para poder vivirlo.
Lenimar siempre intentaba que su hermano sentara cabeza y que fuera más responsable en sus actos, pero su hermano siempre se burlaba de él y se marchaba para ver las estrellas fugaces. Otras veces era Keskener el que trataba de hacerle ver a su hermano las bellezas del universo, pero él, siempre empeñado en analizar las cosas no podía ver lo que su hermano le enseñaba.
Así vivieron durante mucho tiempo, ambos siempre viendo el mundo a su manera y respetando al hermano en sus ideas pero convencidos de que no eran correctas.
Pero un día algo terrible ocurrió pues un gran cometa llegó al lugar donde ellos habitaban y Keskener, hechizado por su belleza escaló la montaña más alta para poder verlo en todo su esplendor. Y era tanta su ansiedad por llegar hasta la cima que empezó a trepar imprudentemente, sin apenas mirar donde pisaban sus pies y con la vista fija en la cola luminosa y fastuosa del cometa. Y quiso la desgracia que Keskener, al dar uno de sus pasos alocados pisara en falso y cayera por un gran precipicio golpeándose su cuerpo con grandes piedras que encontraba en su caída, arrastrado su cuerpo por la pendiente del barranco.
Mientras caía lanzó un grito desesperado de socorro que su hermano oyó en la distancia. Lenimar corrió a toda prisa hacía donde había oído la voz de auxilio de su hermano y temía que algo grave hubiera pasado.
Cuando llegó al lugar donde su hermano había gritado vio que yacía en el fondo del profundo barranco y bajó tan rápido como pudo hasta que llegó a su lado. Allí le encontró tendido en el suelo, lleno de terribles heridas y con su mirada perdida en el cielo. Lenimar le llamó por su nombre y él desvió la mirada hacia la cara de su hermano mientras sentía que le tomaba la mano con ternura.
- Mira al cielo hermano, ¿verdad que es lo más bonito que nunca has visto?
Y Lenimar alzó la cabeza y miró hacia donde la mirada de su hermano apuntaba y vio el inmenso cometa con su cola de luz cubriendo el firmamento. Luego con lágrimas en sus ojos volvió a mirar a su hermano agonizante y le contesto:
- Es muy hermoso hermano
- Tenias razón Lenimar, mi locura e imprudencia ha acabado conmigo y ahora tendré que pagar por ello.
- Era yo el que vivía ciego y sin ver la belleza de lo que me rodea, hermano. Tu siempre viste lo que yo nunca he podido ver.
Lenimar veía que la vida de su hermano se escapaba y desesperado le atenazaba su mano con más fuerza.
Y cuando ya sentía que la muerte se adueñaba de Keskener hizo un acto desesperado y utilizando sus poderes fundió sus cuerpos en uno solo, haciendo de esta manera que las almas de ambos hermanos compartieran un mismo cuerpo, aun maltrecho pero que con el tiempo podría sanar.
Cuando el cuerpo sanó completamente ambos hermanos decidieron partir de aquel lugar y viajar por todo el cielo para conocer todas las bellezas que allí existen.
Y así fue que los poderes de Lenimar actuaron otra vez y los convirtió en un hermoso cometa, como el que vieron hacía no mucho tiempo y empezaron a errar por todo el cielo viendo todas las maravillas del universo.
Pasaron miles de años y ambos hermanos vieron lo que nunca nadie ha visto y conocieron lo que nadie sospecha que exista hasta que un día llegaron a un mundo desolado y solitario. Era un lugar triste pues nada había en él y ellos al verlo decidieron que no valía la pena quedarse allí por más tiempo.
Entonces fue cuando Keskener vio una pequeña mancha roja en una inmensa llanura. Ambos agudizaron la vista y vieron que la mancha era en realidad una hermosa rosa roja que vivía en medio de nada. Fueron hasta ella para verla más de cerca y efectivamente vieron que de una rosa se trababa. No era una rosa corriente pues era exuberante y llena de vida y de una belleza sin par. Lenimar se quedó cautivado por la tenacidad con que se agarraba al suelo yermo y la determinación con que su tallo se alzaba hacia en cielo negro y oscuro. Esa rosa tenía unas ansias de vida que nunca antes había visto nunca.
Keskener se enamoró de ella perdidamente por su belleza y porque al mirarla se sentía como en un sueño. Era sin duda lo más bonito que nunca había visto. Mucho más que el cometa que una vez casi acabó con su vida.
Y así fue que ambos hermanos decidieron quedarse junto a la bella rosa roja para siempre y volviéndose a alejar de ella Lenimar usó su magia de nuevo para convertirlos en una brillante estrella que llenó aquel mundo de luz. Y con su sabiduría hizo calentar el suelo y evaporar el agua, creando las nubes y el viento.
Y ese viento llevó las nubes hasta todos los rincones de aquel mundo devolviendo el agua al suelo en forma de lluvia. Y la lluvia que caía en las llanuras formó los mares y la que caía en las cimas formó la nieve y los ríos.
Y como Lenimar había aprendido finalmente de su hermano que el mundo también había que disfrutarlo y no solo analizarlo y que también era bonito tener sueños, creó el arco iris justo sobre donde la rosa se encontraba para que ella viera todo el amor que sentía por ella.
Y Keskener le pidió a su hermano que durante la mitad del día pudiera convertirse en un disco luminoso para poder alumbrar tenuemente la hermosa rosa y susurrarle las bonitas cosas que sentía por ella. Y como también aprendió de la serenidad y sabiduría de su hermano creó las mareas para que las aguas de los mares se movieran y nunca estuvieran estancadas.
Muchos siglos después, la vida nació en este mundo y se llenó de plantas y animales y mucho mucho tiempo después aparecieron los Hogol. Y aun hoy, el amor de los dos hermanos por la rosa no se ha extinguido y cada mañana aparece el hermano Lenimar para calentarnos y llenarnos de luz y vida, cediendo más tarde su lugar al hermano Keskener que inunda el mundo con su tenue penumbra que nos impulsa a soñar y a amarnos.
Y dicen algunos que las noches que no podemos ver a Keskener en el cielo es porque los dos hermanos están con la rosa roja, dondequiera que sea, compartiendo en un solo cuerpo el amor que ambos sienten por ella.
Autor : Joan Moret
Ilustración : Bernat Muntés